Sobre la catedral de la ciudad de Mérida se puede hablar
mucho y encontrar un sinfín de información. Sin embargo, un punto general del
que no se habla muy comúnmente es de la gran cantidad de difuntos enterrados en
todo el interior de esta gran catedral y que se pueden contar por cientos, sin
contar las losas o inscripciones que han sido desechadas, en tal fin que a los
pies e ignorados por los feligreses se han de encontrar los que fueron los
habitantes más pudientes de aquella época en la que no existían los cementerios
públicos. Actualmente algunas inscripciones ya son ilegibles y otras tantas están
por desaparecer, así que a memoria de todos aquellos que fueron sepultados me
di a la tarea de tratar de capturar los nombres de cada uno de ellos, con el
fin de que puedan resultar genealógicamente útiles para algún interesado.
“”No pensé hubiera la cantidad de maravillas, de moles
portentosas que los franciscanos se encargaron de levantar... bueno, esto es un
decir, porque los franciscanos por más cordones que se amarren y por más
sandalias que calcen, abusaron, como todos los europeos, de la mano de obra
gratuita que encontraron en esto que llamaron el Nuevo Mundo, bien me puedo
imaginar las condiciones en que indios de origen maya padecieron para la
construcción de este portento; la Catedral de San Ildefonso, en Mérida,
Yucatán.””
La Catedral de
Yucatán, en la ciudad de Mérida, capital del estado, dedicada
a San Ildefonso, es la sede de la arquidiócesis de Yucatán y la
primera catedral levantada en la América continental (tierra firme),
y también la más antigua de México. Sólo la Catedral de Santo Domingo,
en toda la América, es más antigua que la de Yucatán.
¿Por qué se dice que fue la primera catedral levantada en
la América continental?
Porque la primera catedral de América fue levantada en
Santo Domingo, capital de la República Dominicana, y como todos sabemos
se trata de una isla. Construida a partir de 1521, se conoce como la “Catedral
de Santa María la Menor” o más comúnmente “Catedral Primada de América“.
Está dedicada a Santa María de la Encarnación y se encuentra en la Zona
Colonial de la ciudad.
Una vez levantada la ciudad española sobre la antigua T'Hó,
los conquistadores se dieron a la tarea de levantar la iglesia catedral. La
obra fue levantada entre 1562 y 1599, luego de la autorización del Papa Pío
IV y de la petición del rey Felipe II, se erigió en catedral a la iglesia
de la capital del Yucatán.
Fue el 16 de noviembre de 1561, cuando el Papa Pío IV a petición
del rey Felipe II emite la orden de construcción de este magno recinto, se
levantó dándole por titular a San
Ildefonso. Este templo se realiza en sustitución de la capilla de San
José, el cual solamente contaba con un techo elaborado con guano; 37 años más
tarde, finaliza la edificación de la gran sede, en el año de 1598, poco a poco
se le fueron agregando algunos detalles que han contribuido a la vista que
ahora proyecta. Cabe mencionar que el único símbolo civil presente en ella es
un emblema nacional de la época de la colonia.
Los trabajos de la construcción del recinto fueron
encargados a Pedro de Aleustia, y completados por Juan Miguel de Agüero.
Durante el siglo XIX, algunos de los tesoros y obras de
arte fueron robadas debido a los saqueos e inestabilidad política que padeció
la ciudad en este periodo. En 1915, por órdenes del General Salvador Alvarado,
la Catedral fue saqueada, perdiendo su invaluable acervo de arte sacro,
incluyendo retablos barrocos y churriguerescos que databan de los siglos XVII y
XVIII, el Tesoro Catedralicio y el órgano Walcker, de fábrica alemana, apenas
construido en 1902. En 1916 fueron demolidas la Capilla de San José y la
Capilla del Rosario a fin de separar la catedral de la sede del Palacio
Episcopal (actual Museo de Arte Contemporáneo) quedando lo que actualmente
es, un andador peatonal denominado "Pasaje de la Revolución" el cual
contó con arcos en ambos extremos y un techo de armazón metálico y cristal el
cual fueron posteriormente retirado al deteriorarse. Los arcos fueron demolidos
y muchos años después, en 2011, se restauraron volviéndolos a su forma
original.
El edificio consta de tres naves, una central y dos
laterales. Cuenta con tres capillas y la sacristía. Originalmente contó con
cinco capillas, pero fueron demolidas. Presenta dos torres de dos cuerpos que
presenta un estilo Morisco. Cuenta con una cúpula adornada con arco botareles.
La fachada es de gran sobriedad, su estilo es de tipo
renacentista, destaca la puerta del perdón, con arco de medio punto, enmarcada
por columnas pares a los lados, en medio de las columnas, se encuentran dos
imágenes, de San Pedro y San Pablo. Arriba del arco de acceso
principal se ubica una cornisa con frontón triangular.
Encima de lo anterior, se ubica la ventana que corresponde a
lo que hoy es el coro y, más arriba, se encuentra el escudo de piedra de la
monarquía española. Todo lo anterior se ve enmarcado por dos enormes columnas de
orden toscano, las cuales sostienen un enorme arco a la manera de frontón.
Cruz atrial. Las distancias a distintas poblaciones de la
región respecto a la capital, Mérida, eran medidas a partir de esta cruz.
Las bóvedas de la nave central, presentan forma casetonada,
mientras que las laterales, son de lacería gótica. El interior es también
austero, aunque presenta algunos retablos barrocos.
En el altar mayor se encuentra una gran imagen del Cristo
Crucificado, conocido como el "Cristo de la Unidad" considerada
la imagen de cristo crucificado de madera más grande bajo techo que existe,
obra del artista español Lapayese del Río y fue elaborada para sustituir
el retablo que existía, el cual fue destruido en los movimientos de 1915. Preside
la Catedral, sobre el presbiterio, el "Cristo de la Unidad" que labró
el escultor madrileño Ramón Lapayese del Río en año de 1965, por encargo del
segundo arzobispo de Yucatán, don Fernando Ruiz Solórzano. El Cristo es de 7.65
metros de altura en madera de abedul y descansa sobre una cruz de caoba que
mide doce metros desde el piso. Se trata de un Cristo agonizante con los clavos
en la muñecas y no en las palmas de l mano, como consta en la Sábana Santa;
mientras los pies están sujetos por un solo clavo. Fue el propio don Fernando
Ruiz Solórzano quien lo llamó "Cristo de la Unidad", y tutela la
Catedral y a los fieles, en lugar del antiguo retablo destruido por la
barbarie.
Es muy venerado, en esta catedral, la imagen del Cristo
conocida como "El Cristo de las Ampollas"
Otra de las imágenes destacadas es la de "Santa
Eulalia" regalo de la Mérida española a la Mérida yucateca a
mediados de los años 60.
Don Francisco de Montejo, "El Mozo", fundó la
ciudad de Mérida un 6 de enero de 1542. En el acta fundacional Montejo dice:
"Como católico... lo primero que se ordenó fue escoger sitio y lugar para
construir iglesia". A pesar de este mandamiento de la primera hora sólo se
pudo levantar una iglesia de material vulnerable, era de techumbre de paja.
Finalmente, en 1599, cuando estaba fresco el material de construcción, el Br.
Juan de Izquierdo, séptimo obispo de Yucatán, le escribió al rey de España:
"el tempo ha salido el mejor de todas las indias, porque en treinta años
que tengo de servir a Vuestra majestad en el Perú y la Nueva España, no he
visto cosa semejante". Apenas se se tiene que destacar la redacción:
Su ilustrísima no dice servir a Jesucristo ni a su Santa Iglesia, se protesta
servidor del rey en las Indias. Por lo demás se le nota eufórico y satisfecho
con la obra. En 1929 el arquitecto Federico E. Mariscal dijo: "La fachada
de la catedral de Mérida, imposible de confundirse con otras, no tiene ninguna
semejanza con las de nuestras catedrales de otras regiones del país; los muros
lisos, extraordinariamente elevados: las portadas pequeñas en relación con la
gran altura de los muros y, en el centro, una especia de gran arco triunfal con
enorme escudo con las armas reales españolas, mismo que en 1822 fue borrado a
cincel y sustituido por el águila coronada del Primer Imperio Mexicano, aunque
conservó en tomo el "Gran Collar de Toisón de Oro". La descripción de
mariscal muestra a la catedral de Mérida como una construcción singular, más
que de gran valor estético. Quizás faltó destacar que todo el conjunto es
severo, incluido el interior. Los pilares, las capillas interiores, la nave
central, en fin todo es marcada austeridad. A propósito del escudo borrado a
cincel don Justo Sierra O'Reilly dijo: "Feísimo emplasto, en que se
esculpieron las armas nacionales, primero con el águila coronada, y después
ocultando la corona tras una capa de yeso y cal".
Se ha mencionado al arquitecto Pedro de Aulestia, de quien
se dice vino de España para emprender los trabajos de edificación de la
Catedral, pero el resultado no fue el esperado y se ha afirmado que la
construcción se derribó. Sin embargo el nombre que perdura es el de Juan Miguel
de Agüero y el de sus colaborador, Gregorio de la Torre.
Se menciona que se destinaron "trescientos indios
semaneros para formar el peonaje de alarifes", de los cuales no se tiene
registro alguno. Los trabajos para levantar la Catedral se suspendieron en
1573. El arquitecto Agüero era un hombre bien entendido en su materia: elaboró
una maqueta para la catedral Metropolitana de la ciudad de México y se
incorporó a los trabajos de la Catedral de Mérida en 1585 y falleció en 1590. A
estos nombres hay que agregar el de Juan de Magaña, capataz criollo; el de
Francisco de Pool, carpintero; el de Diego Can, también carpintero; Juan Sánchez,
herrero; Geronimo Pérez, sastre y el de Rodrigo de Alcocer, comerciante a quien
se le compraron dos campanas por doscientos cincuenta pesos en 1588. Asevera
Cogolludo que en la parte inferior de la cornisa del cimborio está grabada una
leyenda: "Reinando en las Españas e Indias Orientales y Occidentales la
Majestad del Rey Felipe Segundo y siendo Gobernador y Capitán General, su
lugarteniente de estas Provincias, don Diego Fernandez de Velasco, se acabó
esta obra. Fue maestro mayor de ella Juan Miguel de Agüero. Año 1598". El
templo tuvo un amplio atrio con verja forjada por un señor Bonelli. La
emperatriz Carlota contribuyó con mil pesos para cubrir los costos de la obra.
En el ángulo norte el enverjado se apoyó en una columna rematada con una cruz,
ambas de piedra. Esta cruz fue removida en 1915 y restituida en 1973. La cruz
fue durante la Colonia el punto de partida para medir la distancia de los
pueblos. El frente de la iglesia poseyó un amplio asiento de cantería que
desapareció cuando se eliminó el gran atrio de la catedral.
La noche del 24 de septiembre de 1915 se vivió una de los
pasajes más vergonzosos de la historio de Yucatán. Una turba salvaje destruyó
la puerta de la Catedral y se dedicaron a destruir todas las imágenes y
retablos que fueron parte del patrimonio cultural del pueblo de Yucatán. Las
imágenes del Señor de la Conquista, la de la Virgen de las Mercedes y la de la
Santísima Trinidad fueron destruidas, como lo fueron otras tantas cosas.
Intentaron destruir la imagen del Cristo de las Ampollas, mientras la banda de
música local tocaba "La Cucaracha". Arrastraron hasta la calle la
imagen del Cristo de las Ampollas y ahí la abandonaron, recogiéndola la
policía, quien la condujo a la Comandancia Militar. El órgano fue destruido,
como se hicieron destrozos en las capillas del Sagrario, Divino Maestro y San
Juan de Dios. Según nos dice don Fernando María Ávila Álvarez en 1916, se
demolieron la sacristía y la capilla de San José para crear el Llamado
"Pasaje de la Revolución".
Durante la Colonia, las parroquias estaban divididas por
"castas": El Sagrario-Catedral, par españoles o blancos; la del Santo
Nombre de Jesús, para negros o pardos, como lo había sido la ermita de Santa
Lucía; la de Santiago, para indios de barrio y criados de españoles, y la de
Guadalupe o San Cristóbal, par indios de las afueras de la ciudad.
Entre rebeliones, campañas evangelizadoras, sublevaciones
mayas y guerras internas, conquistar Yucatán no fue cosa fácil para los
Francisco de Montejo (padre, hijo y sobrino eran homónimos); necesitaron tres
campañas militares que se llevaron a cabo en un periodo de casi 20 años:
(1527-1529), (1530-1535), (1540-1545).
La ciudad de Mérida fue fundada solemnemente sobre los
vestigios de la ciudad maya de T’Hó, ya deshabitada, el 6 de enero de 1542 por
Francisco de Montejo y León “El Mozo“, quien había sido nombrado
“Teniente General de Yucatán” por su padre el conquistador, explorador y
militar Francisco de Montejo “El Adelantado“, hijo de Juan de Montejo y
Catalina Álvarez de Tejeda.
Fue alrededor de esta fecha que “El Mozo” ordenó la
construcción de un lugar de culto para los fieles cristianos. Confió la tarea
de encontrar el lugar más apropiado para este proyecto al reverendo padre cura,
Francisco Hernández y designó al futuro templo con el nombre de “Cofradía de
Nuestra Señora de la Encarnación”. Esta iglesia era sencilla, techada con guano
y ocupaba el lugar donde estuvo ubicada la capilla de San José, contigua al
palacio episcopal, actual Museo de Arte Contemporáneo, al oriente de la
plaza mayor.
A mitad del Siglo XVI, cuando la Colonia había adquirido
mayor importancia y contaba con suficientes recursos y elementos, surgió la
necesidad de erigir la Iglesia de Mérida en Catedral, dándole por
titular a San Idelfonso, Arzobispado de Toledo.
La edificación de la actual Catedral de Mérida inició el 16
de noviembre de 1561, por bula del Papa Pío IV y a petición del rey Felipe II. Su construcción fue relativamente rápida ya que inició
en 1562 y concluyó en 1598, tiempo más tarde se le agregaron algunos
detalles como una de las torres y el remate de la puerta principal.
No se sabe exactamente el día en que se dio por terminada la
obra de la Catedral, pero en la cornisa interior de la cúpula existe grabada,
aunque apenas puede distinguirse, una inscripción que dice:
“Reinando en las españas e indias orientales y
occidentales, la majestad del Rey Felipe segundo y siendo gobernador y capitan
general en su lugar – teniente de estas provincias D. Diego Fernandez de
Velazco, se acabo esta obra. Fue maestro mayor de ella Juan Miguel de Agüero.
año de 1598.” (Fuente: Catálogo de construcciones religiosas del
estado de Yucatán).
Las campanas de la torre norte nombradas San Ildefonso (pesa
mil 200 kilos), Nuestra Señora del Rosario y San Joseph (se desconocen su
peso), Santa María de Guadalupe (mil 800 kilos) y San José (260 kilos). En total son 10 campanas por ambas torres, que se manejan
bajo un sistema eléctrico. El recorrido concluye con la visita a las antiguas
campanas que se encuentran a un costado de la capilla penitencial.
Fuentes Bibliográficas:
http://sipse.com/milenio/visita-guiada-turistica-en-las-entranas-de-la-catedral-de-merida-99081.html
Muy interesante, y la cantidad de tumbas es impresionante, nunca había visto algo así.
ResponderBorrarFelicidades por la paciencia y el gusto por recopilar toda esta información. Es un gran trabajo!
ResponderBorrarOsea ahí hay físicamente enterrado personas de hace muchísimos años atrás.....o más bien son las cenizas que ahí se llevaban en urnas?
ResponderBorrarSe han encontrado osamentas no estaba permitida la incineración.
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