Generalmente cuando visitamos un cementerio jamás nos
ponemos a pensar sobre la posibilidad de que este sea destruido, después de
todo…solo hay muertos. En nuestra tierra Mexicana, han sido destruidos decenas
o tal vez cientos de cementerios, aunque bien en algunos se han conjugado
factores naturales, en la mayor parte de los casos estas destrucciones se han
dado por cuestiones y actividades antropogénicas. Un ejemplo de ello es en la Ciudad
de México donde han desaparecido cementerios como El Canelo, Santa Paula, San Lázaro,
Santa María La Redonda, Nuestra Señora de Los Ángeles, entre algunos otros. En
el caso de la mayor parte de las ciudades más importantes del país esta
historia se ha repetido. De estos cementerios, solo quedan algunas notas como
información, ya que no existe ningún registro fotográfico ni planos o mapas de
ellos.
En épocas pasadas un cementerio no formaba parte de una
ciudad, es decir estos se encontraban alejados de los núcleos poblacionales, ya
sea por algunos cientos de metros o algunos kilómetros, con lo que la interrelación
de sus habitantes con el cementerio era en cierta medida restringida a las
visitas obligadas de días específicos, como son el día de muertos, o en el caso
de un fallecimiento de algún familiar o conocido, etc. Aunado a que las reglas
de conducta y el buen comportamiento eran un tanto diferentes. Hoy en día las
actuales políticas de desarrollo urbano, así como al alto índice demográfico
resulta raro encontrar cementerios que
se localicen alejados de los centros urbanos, de hecho no es raro hoy en día
que estas necrópolis se encuentren dentro de las ciudades. También resulta que
los antiguos cementerios que se localizaban fuera de los límites urbanos han
sido devorados por la mancha urbana, con lo que conlleva una interacción más
estrecha y cotidiana con ellos, en algunos casos generando en la mayor parte de
los casos molestias, problemas o inconformidades con los vecinos que habitan
alrededor de ellos.
Si bien los efectos de fenómenos naturales como son temblores,
tormentas, inundaciones, etc. Provocan daños, estos no se comparan con los daños
que frecuentemente y diariamente provocan las actividades y conductas humanas,
con el resultado de daños irreparables a esculturas, mausoleos y otros tesoros
funerarios, de los cuales incluso no se tienen registros ni estudios formales,
con lo que provocan la desaparición de información artística, histórica y
genealógica irremplazables.
A continuación presento una serie de factores tanto
naturales como antropogénicos que se han documentado en algunos diarios de
localidades en todo el mundo. Estos factores ocasionan la desaparición paulatina
y en algunas ocasiones de manera repentina de los cementerios. Los factores
aquí descrito no suelen ser tan raros ni excepcionales, si se tiene la suficiente
curiosidad de investigar un poco nos daremos cuenta que no son tan esporádicos,
sino todo lo contrario, estos factores se dan y repiten a cada instante en todo
el planeta.
Terremotos
Este es uno de los factores de mayor riesgo para cualquier
cementerio. Un terremoto, sismo o seísmo es una sacudida del terreno producida
por fuerzas que actúan en el interior del planeta. La palabra terremoto proviene del latín terraemotus,
mientras que seísmo deriva de un vocablo griego que significa,
justamente, “sacudida”. En
México una buena parte del territorio nacional se encuentra en zonas de alta
sismicidad, principalmente aquellas zonas de la costa del pacifico. Aunque en
México no existe un interés por los cementerios ni esculturas funerarias, lo
que implica que no se tiene un registro de inventario de cementerios o museos
funerarios, así como sus monumentos y esculturas. Aunque bien si acaso existen,
estos deben de contarse con los dedos de
las manos. Así que en México no tenemos en realidad cuan cuantiosos en daños han sido los terremotos históricos que ha sufrido el país en sus cementerios.
Así en una situación tectónica similar a la de México y
compartiendo parte del cinturón de fuego, que es donde se llevan a cabo la
mayor parte de los temblores en el continente Americano, se encuentra Colombia,
Guatemala, Ecuador, Chile, Perú, etc.
Un caso de este tipo se dio en el país vecino de Guatemala. En donde un terremoto
en 1917 y 1918 afecto El Cementerio
General, el cual era de gran belleza y quedo casi destruido en su
totalidad, al igual que muchas iglesias, templos y edificios particulares
y gubernamentales. En general la ciudad de Guatemala en ese entonces era
bella, sus edificaciones al estilo colonial, daban un toque de elegancia a la
ciudad, después del terremoto nada estaba de pie, no había electricidad, las
personas salían de sus casa con sus hijos cargados en brazos, y su
único refugio eran los parques y las plazas.
El Cementerio General de la Ciudad de Guatemala fue
construido en 1880 durante el gobierno del general Justo Rufino Barrios y
durante su primera época fue una dependencia del Hospital San Juan de Dios.
Destruido por los terremotos de Guatemala de 1917-1918, nunca recuperó
el esplendor con que fue diseñado originalmente; primero fue exclusivo para las
élites y presidentes, pero poco a poco los ocho montículos que lo constituyen
fueron invadidos por construcciones desordenadas que convirtieron los espacios
en un pueblo anárquico.
En el cementerio
general de la ciudad es en donde se apreciaba la devastación en toda su
magnitud: el lugar quedó totalmente destruido por el terremoto y se contaba que
unos ochenta mil muertos habían quedado expuestos literalmente fuera de sus
tumbas, quedando expuestos y poniendo en peligro la ciudad por una posible
peste. Fueron quemados en una pira gigantesca, pero las tumbas quedaron en
ruinas y no se realizó ningún intento por repararlas hasta 1920.
En Colombia también tenemos registrado diversos temblores,
uno de los más reciente de ellos sucedió en la mañana del Jueves Santo 31
de marzo de 1983, a las 8:15 de la mañana. La ciudad sufrió un sismo
de magnitud 5,5 en la escala de Richter y variaciones de grados VI y
IX en la escala de Mercalli. Su epicentro fue localizado a 46 km al
suroeste y el hipocentro a unos 4 kilométros de profundidad y su duración fue
de 18 segundos. Las bóvedas del cementerio católico se abrieron y cientos de
cadáveres y restos de huesos humanos quedaron expuestos.
Según el artículo del historiador, Director de la Casa Museo,
Oscar Esteban Hernández Correa, "El desplome de 448 años de historia, en
tan solo 18 segundos" da cuenta del registro sísmico histórico y sus
efectos.
El miércoles 31 de enero de 1906 (21 años después del temblor
anterior) a las 11:00am, un fuerte sismo azotó nuevamente a Popayán,
destruyendo parte de la iglesia de San Francisco y la antigua biblioteca de su
convento anexo, la iglesia de San Agustín; entre otros daños en templos y
edificaciones particulares. Simultáneamente afectó con menor intensidad a
Timbío, y a las ciudades de Cali, Buenaventura, Pereira, Manizales, Neiva; y
generó un tsunami en Guapi que destruyó los caseríos de Playa Quiroga y Playa
Corbal. Sesenta y un años después del
anterior, el jueves 9 de febrero de 1967, a las 10:15am, un sismo afectó
nuevamente a la Capital del Departamento del Cauca, destruyendo parcialmente
algunas edificaciones del sector histórico, principalmente la iglesia de Belén,
que debió ser posteriormente restaurada. Ese mismo evento telúrico, afectó gran
parte de la región andina, causando significativos daños en ciudades como
Pasto, Cali o Bogotá, finalmente, a más de una década del anterior, el Jueves
Santo 31 de marzo de 1983, a las 8:15 am, un terremoto alteró dramáticamente,
esta vez, en 18 segundos, 447 años de vida cívica de la ciudad de Popayán,
desencadenando a partir de la tragedia misma, una serie de complejos procesos
de orden urbanístico, demográfico y socio-cultural, que casi tres décadas
después, aún afectan el presente de sus moradores, influyendo en la concreción
de su futuro, y en la reconfiguración de sus imaginarios comunes.
En Ecuador, entre 2.500 y 3.000 bóvedas del Cementerio
General de Portoviejo resultaron afectadas por el terremoto del pasado 16 de abril
del 2016, y más de 40 féretros salieron de sus nichos, sostuvo el administrador
de los cementerios. En el lugar hay construidas cerca de 27.800 bóvedas y está
dividido en cinco sectores, de los cuales el tres fue el más afectado. Allí, de
acuerdo con Meza, unas 2.000 de las cerca de 3.500 bóvedas tienen daños. El
otro sector afectado es el dos. “Hubo hundimientos, en otra parte se ha brotado
el suelo, deslizamientos y algunos féretros quedaron al descubierto porque se
cayó parte de la estructura de las bóvedas”. Al momento la autoridad de salud de Manabí ha procedido a
mitigar posibles afectaciones y exposición de microorganismos, por ello se ha
ubicado hipoclorito y cal en zonas donde el suelo se ha levantado.
Las áreas dos y tres están cercadas y se evita el paso de
personas. De los más de 40 féretros que quedaron expuestos, más de la mitad ya
han sido reubicados por sus familiares.
Con las notas anteriores podemos dimensionar los danos y
destrucción que pueden ocasionar los fenómenos sísmicos a los cementerios, que también de acuerdo a
la información recopilada no solo se limita a la destrucción de monumentos
funerarios, si no que también pueden afectar a la población en lo que respecta
a riesgos de salud.
(Pendientes de desarrollar)
Deslaves
Tiempo
Calidad de Materiales
Vegetación
Vandalismo
Cambios Urbanísticos
Erosión
Hundimientos
Tormentas y Huracanes
LLuvias, corrientes de agua e inundaciones
Deslizamientos
Ignorancia y falta de respeto
Otros
Fuentes Bibliograficas:
http://www.sdpnoticias.com/estados/2011/10/31/decapitan-efigies-de-santos-en-cementerio-de-chihuahua
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