El desierto sudcaliforniano es un mudo testigo de los diversos pueblos fantasmas que se encuentran a lo largo de toda la península sudcaliforniana. Las ruinas de pueblos y complejos mineros atestiguan que el hombre ha intentado arraigarse y extraer las riquezas de esta tierra. En el pueblo semiabandonado de El Triunfo pueden observarse los restos de una importante operación minera, que por medio de la extracción de oro y plata dio vida a toda la región del sur de la península.
Todo comenzó allá por 1748, cuando un ex soldado de nombre Manuel de Ocio, fundó el Real de Minas de Santa Ana, posteriormente en unos pocos años más se fundaron los pueblos mineros de San Antonio y El Triunfo. Así, el Real de Minas de Santa Ana fue el primer poblado fundado en Baja California al margen del sistema de misiones.
Como durante el gobierno porfirista se emitieron leyes muy favorables a los capitales extranjeros, esta compañía pudo operar en condiciones rentables pese a la baja ley del metal extraído. La actividad minera atrajo a mucha gente de otros estados y del extranjero. Junto con obreros y técnicos, llegaron comerciantes y especialistas en los más diversos oficios. En 1876 se estableció en “El Triunfo” la compañía minera “El Progreso”. Para 1890 el poblado contaba con más de cuatro mil habitantes entre nacionales, italianos, franceses, ingleses, norteamericanos, alemanes, chinos, etc. En su época de mayor auge se dice que llegó a sobrepasar los 14,000 habitantes.
El pueblo fue urbanizado, se instaló alumbrado en el jardín público, y las comunicaciones con La Paz se mejoraron a través de una línea telefónica y un camino carretero. Debido a que todo este desarrollo se sustenta en la actividad minera, con el cese de labores de la compañía en 1912, como era de esperarse, El Triunfo dejó de ser económicamente importante y su población se redujo sustancialmente.
A diferencia de “El Boleo” en Santa Rosalía, “El Progreso” no acaparó los servicios públicos y privados, sino que fue el propio ayuntamiento quien a través de la recaudación de impuestos e igualas proveía de ellos. Esto fue muy favorable para la población de El Triunfo que llegó a ver todas sus calles empedradas, tuvo el primer servicio postal de la entidad, la primera línea telefónica entre El Triunfo y La Paz, luz eléctrica y otros servicios emanados de la prosperidad municipal.
Un breve recorrido por las instalaciones mineras, que permanecen casi intactas, nos da una idea de la magnitud de esta operación. La chimenea principal, bautizada "La Ramona" en honor al santo del día de su inauguración, se erige dominante hasta una altura de 47 m, rodeada por una serie de canales y cámaras por los cuales circulaba el mineral y el cianuro empleado en el proceso de purificación. Esto constituía la denominada "hacienda de beneficio" del metal. Alrededor de estas instalaciones se encuentran numerosos restos de maquinaria pesada, cuyos hierros oxidados contrastan con las paredes de ladrillo rojo.
Como la compañía explotaba varias minas de la región, instaló un sistema de ferrocarril angosto, del cual pueden encontrarse algunos restos. También se construyó un túnel de 3 km de largo, verdadera obra maestra de la ingeniería del siglo pasado.
En 1918 una tormenta inundó las minas y destruyó parte de la hacienda de beneficio. Mientras tanto, la vegetación recuperaba rápidamente el espacio que con tanto trabajo había conquistado el hombre. Mezquites, Cardones, Biznagas, pitahayas, garambullos y palo adanes, rodean y conquistan el ahora pequeño pueblo de El Triunfo. Recorriendo sus polvorientas calles, se descubren edificios centenarios, muchos de ellos semidestruidos y la mayoría deshabitados desde hace más de 50 años.
Un testigo mudo y permanente de este auge minero en épocas pasadas lo constituye el cementerio de esta localidad. Es un extenso cementerio que se encuentra abrazado por la vegetación sudcaliforniana, lo que le da un aspecto único de belleza que solo el tiempo y la vegetación saben dar. Tomando en cuenta la historia del pueblo minero y la cantidad de gente de diversas nacionalidades que lo habitaron podemos deducir el porqué de sus secciones. Se observan abundantes edificios funerarios desde algunos mausoleos hasta las tumbas más humildes. Sin lugar a dudas este cementerio constituye una de las mayores riquezas de cultura funeraria en la región. En algunas secciones buena parte de sus tumbas se encuentran prácticamente destruidas, por lo que urge de manera inmediata una rehabilitación de las mismas. Si bien es cierto que no cuenta con esculturas funerarias se podría decir que tiene un estilo arquitectónico muy propio y que define el estilo funerario sudcaliforniano de esa época.
Actualmente el cementerio de El Triunfo aún se encuentra en uso y no está por demás mencionar que en este pueblo semi abandonado son muy pocos los habitantes en comparación con los que se encuentran en el panteón. Recomiendo visitar encarecidamente este cementerio al igual que el cementerio de San Antonio, los cuales constituyen las joyas funerarias del sur de la península.
Fuentes Bibliográficas:
https://www.mexicodesconocido.com.mx/el-triunfo-del-auge-al-abandono-baja-california.html
http://bajabundeando.blogspot.mx/2009/01/el-triunfo-bcs.html
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