Esculturas en Los Cementerios de México : La Virgen de Guadalupe

A partir de la década de 1930 a la actualidad la aparición de la figura de la Virgen María rivaliza en popularidad con el cristo crucificado en los cementerios de México, y esa frecuencia es mucho más notoria en los últimos años. Anteriores a esa fecha se le encuentra escasamente y se le encuentra en un material de cantera rosa o roja, puede interpretarse que generalmente la costumbre en esa época era la colocación de figuras de ángeles y otros, todos ellos en material pétreo de mármol. La aparición de la Virgen María en las tumbas de la actualidad se debe principalmente a una devoción personal de los fallecidos o de los dolientes.

Los pueblos mesoamericanos desde tiempos remotos ya veneraban en el cerro del Tepeyac a una deidad llamada Tonantzin (que quiere decir Nuestra Madrecita), por esta razón, fue más fácil la asimilación el mensaje traído por la Virgen María como verdadera Madre de Dios y Madre nuestra.

El nombre de “SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE” ella misma lo dio a Juan Bernardino, tío de Juan Diego, cuando se le apareció para sanarle de sus enfermedades.

La Virgen de Guadalupe, patrona de México, las Américas y las Filipinas, es amada por millones de devotos de todo el mundo. No solo se le ama por los milagros que ha concedido a través de la historia, sino por lo que representa: la sincretización de la religión europea e indígena en una imagen unificadora y forjadora de paz.

¿Quién es la Virgen de Guadalupe?
Parte del milagro de la imagen de la Virgen de Guadalupe es que cada persona puede ver algo diferente en ella. Para unos es la Madre María, para otros es Tonantzin, la diosa azteca. Unos la ven morena y otros mestiza. Se le venera oficialmente en la iglesia Católica, y se le danza también en ritos indígenas. Aún aquellos que “no creen en nada”, aman a la Virgen de Guadalupe.

La Virgen de Guadalupe se le apareció cuatro veces a un indígena llamado Juan Diego en el Tepeyac, México, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. La virgen le dijo:

“Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?... sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.”

La Virgen le pidió a Juan Diego que fuera al palacio del obispo de México para decirle que le construyeran un templo en el lugar de la aparición, el Tepeyac. Como el obispo no le creyó a Juan Diego, la Virgen hizo que aparecieran milagrosamente rosas de Castilla en el cerro, para que Juan Diego las presentara al obispo. Hizo también que su imagen se quedara permanentemente en la manta de Juan Diego.

Aunque es lógico asumir que a la Señora del Tepeyac se le llama Virgen de Guadalupe por haber sido trasplantada de Extremadura, España, donde existe una estatua con este mismo nombre, no necesariamente es así. Se dice que el nombre de la Virgen mexicana surge de su aparición a Juan Bernardino, el tío de Juan Diego. Ella se identificó como la “siempre virgen Santa María de Guadalupe". Algunos estudiosos creen que ella no dijo “de Guadalupe” sino “te coatlaxopeuh” que significa “quien destruye a la serpiente de piedra” (el dios Quetzalcóatl).

Tonantzin
El poder unificador de la Virgen de Guadalupe se mostró inmediatamente después de su aparición. Solo 20 años después de que la Señora del Tepeyac se le apareciera a Juan Diego, unos 9 millones de indígenas ya se habían convertido al catolicismo. ¿Qué pudo haber propiciado esto?

Antes de la caída de la capital azteca de Tenochtitlán en 1521, el Tepeyac había sido el lugar de un antiguo templo dedicado a la diosa azteca Tonantzin. Este templo había sido destruido por los españoles.

La historia original de la Virgen de Guadalupe aparece en náhuatl en el Nican Mopohua , un documento escrito en esta lengua uto-azteca, y publicado en 1649 por Luis de la Vega. Contado desde un punto de vista católico, se toma como prueba de la validez de la iglesia en México y del papel de la Virgen de Guadalupe como patrona de ese país.

Sin embargo, es posible que Juan Diego no fuera un simple campesino como cuenta la leyenda. Una investigación del Vaticano reveló que Juan Diego había sido un príncipe, hijo del rey Texcoco, quien ayudó a Hernán Cortés a derrotar a los aztecas. Su estatus social pudo haber sido la razón por la cual tantos indígenas accedieron a ser bautizados después de la aparición de la Virgen.

Los indígenas que se convirtieron al catolicismo continuaron acudiendo al templo de la Virgen de Guadalupe. También continuaron llamándola Tonantzin, como su antigua diosa.

La Virgen de Guadalupe, María la Madre de Dios, o Tonantzin, la diosa madre, une dos realidades para formar una más grande. Es la figura femenina que propicia que dos culturas se unan. Es la Madre que acoge a quien la busque en su propio corazón. La Virgen de Guadalupe es como un reflejo que devuelve el amor: nos regala el milagro de reconocer la propia humanidad en el rostro del hermano, sin importar su aspecto o herencia cultural.

Cabello: Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señal de virginidad. Es Virgen y Madre.

Rostro: Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.

Manos: Sus manos están juntas en señal de recogimiento, en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.

Embarazo: Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.
Edad: Representa a una joven que su edad aproximada es de 18 a 20 años.

Estatura: La estatura de la Virgen en el ayaste es de 1.43 centímetros.

El cinto: El cinto marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era. En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.

Los rayos: La Virgen está rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México de náhuatl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.

La luna: La Virgen de Guadalupe está de pie en medio de la luna, y no es casual que la palabra México en náhuatl son “Metz – xic – co” que significan “en el centro de la luna”. También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad femenina y terrestre.

La flor: La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del especio y del tiempo. En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre.

El ángel: Un ángel está a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto.

Fuentes:

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